-El Psicodrama, en la Argentina, lo considera pionero. ¿Cómo surgió su interés por el campo grupal, y, sobre todo, por aplicar el psicoanálisis en él?
-Mi interés por lo grupal surgió un poco casualmente, como muchas cosas en mi vida. Me recibí de médico siendo muy joven, a los veintidós años, y a los veintitrés, entré en la Asociación Psicoanalítica. Ahora creo que fue un error, porque me parece que para ser psicoanalista hay que tener una cierta madurez y experiencia, y te la dan los años, la existencia misma. Era el más joven de todos, y estudiaba, trabajaba con algunos pacientes, sobre todo jóvenes. Pero un día, por casualidad, un colombiano, Rojas Bermúdez, me preguntó si quería hacer una experiencia de grupo con niños en un hospital. Yo le dije: ‘no sé qué es esto de grupo con niños’. Y entonces, él me respondió: ‘eso es lo bueno, te va a interesar mucho’. La verdad es que yo estaba bastante desilusionado de las clases de Psicoanálisis, me parecía que el psicoanálisis era tomado como una sociedad cerrada y secreta (estoy hablando del año 1958, en la Asociación Psicoanalítica Argentina), con un alto nivel de religiosidad en las ideas, entendiendo por religiosidad ‘la adscripción a cuerpos teóricos, científicos e ideológicos’. Se me ocurre un ejemplo muy sencillo: a veces cuando uno está en un lugar determinado dice ‘me gustaría actuar como Al Pacino o pintar como Alonso’, y a mí, no me interesaba el tipo de vida que llevaban ellos y estaba muy relacionado con lo que allí se hacía. Teóricamente, el Psicoanálisis funcionaba como una weltanschauung, como una comprensión del mundo. Retomando lo anterior, me incorporé en el hospital de niños en un Servicio de Psicopatología nuevo, y me encontré allí con chicos a los que había que agrupar, de una u otra manera, porque no se podía hacer psicoanálisis individual. Entonces empecé a atenderlos en grupo, sin tener idea de lo que era, sobre la base de los conocimientos analíticos que tenía, tomando algunos esquemas interesantes, como la transferencia, la resistencia, la interpretación. De entrada, me di cuenta de que era una cosa muy apasionante, yo estaba entrenado para estar quieto, pero allí había un grupo de niños jugando, en movimiento. Esto fue para mí una verdadera conmoción, porque aparecían aspectos desconocidos, que no tenían lugar en el encuadre psicoanalítico, y yo, en ese momento, estudiaba psicoanálisis, iba a supervisión, era un alumno del psicoanálisis. Pero el grupo me daba un lugar de exploración, me sentía como alguien que entra en un lugar nuevo, creativo. En esa época, no había grupos de niños en Buenos Aires; había grupos, sí, estaba Tahier en el hospital Británico, Salas en otro lugar, eran dos o tres los que trabajaban con grupos, pero no había algo escrito. Hacer psicoanálisis era fácil, porque tenías a tu disposición todo un cuerpo teórico, que en psicoterapia de niños no había. Y nosotros empezamos a trabajar con mucho entusiasmo, atendíamos varios grupos (Rojas Bermúdez, Martínez, María Rosa Glasserman, Fidel Moccio y yo) y nos supervisábamos entre nosotros. Hacíamos rol playing, por ejemplo: en tal grupo, ¿qué decís?, no teníamos mucha idea. Lo que sabíamos era que había una mejoría, porque hacíamos grupos de madres, y los niños mejoraban a través de las dos sesiones semanales de grupo. Ahí el esquema referencial era el psicoanálisis y la psicoterapia de grupo. Después, yo atendí niños muy graves, mandados por algunos neurólogos del hospital, chicos epilépticos. Daba la casualidad que el neurólogo, que trabajaba allí, había hecho él mismo psicoterapia de grupo, y le parecía que un grupo de niños podía ser muy interesante. Nosotros éramos pioneros, fuertes en personalidad, y entonces continuábamos con mucho interés este emprendimiento. Fuimos a un Congreso Internacional en Londres en el 64, llevando nuestra experiencia. Simultáneamente, los niños empezaron a jugar, y esto nos dio una matriz interesante, porque si hay algo que un psicoanalista no sabe, es jugar, es una de las cosas más difíciles del mundo, uno en general está sentado, escuchando. Esta experiencia nos introdujo en el mundo del juego, y ellos aprendieron a jugar. ¿Qué es jugar?, tomar roles, ‘vamos a jugar al vigi-ladrón’. Ellos nos adjudicaban a nosotros roles por los cuales teníamos que jugar también. Estamos hablando del año 58 o 59, estoy haciendo una síntesis. De ahí, pasamos al Hospital de Clínicas (en el 61, 62) donde ya estaba todo más sistematizado. Luego fuimos a Nueva York a ver a Moreno, que era el creador del Psicodrama, en el 62 creo o 63. Él era un médico sefardí muy culto, que no tenía ninguna simpatía por el psicoanálisis, pero nos veía, a Rojas y a mí, como punta de entrada del Psicodrama en Latinoamérica. Sabía que éramos analistas, pero que, al mismo tiempo, estábamos muy interesados en lo dramático. Entonces nos quedamos allí un tiempo, haciendo entrenamiento dramático con Moreno, y luego, cuando volvimos a la Argentina, fundamos la Asociación Argentina de Psicodrama, en el 63. Leia mais aqui.
Fonte de referência para este post: http://deleuzefilosofia.blogspot.com/
1 comentários:
Tânia, amo Pavlovsky: o pensador, o artista e o ser humano, generoso e si,ples. Uma grande personalidade do nosso tempo.
Estará em Bh.
Abraços e beijos no seu coração; Jorge
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